¿Por qué nos gusta la música que nos gusta?

Publicado: 20 agosto, 2012 en Ciencia, Filosofía, Música
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Me gusta el rock en todos su sabores, me gusta el jazz en todos sus colores, me gusta la música clásica y la contemporánea. No me suele gustar el pop fresquito, no me gusta el reggaeton…¿A tí sí? A mí no. Tus gustos y los mios, afortunadamente no son los mismos. A tí te gusta cierto tipo de música, puedes que seas ecléctico como yo, puedes que seas un talibán que sólo permite un tipo de sonoridad a su alrededor. Puede incluso que seas una persona a la que la música le es completamente indiferente, en cuyo caso dudo mucho que te interese el resto de la entrada…Resumiendo con esa mítica frase que tanto uso y de la que tanto abuso…cada unos con sus cadaunadas, en versión orteguiana…que viene siendo eso más popular de pa gustos colores y pa olores las flores.

En El contexto y la música que te gusta se trató de reflejar cómo los parámetros exteriores socioculturales, la personalidad y demás factores pueden conformar el universo musical del que disfrutas. En este caso, lo que se va a analizar es la música en sí, qué parámatros, qué factores caracterizan a la música y cómo eso influye en los gustos. ¿Dispuest@ a sorprenderte?

 

¿Consonacia o Disonancia?

En la música, el concepto de consonancia y disonancia ha ido variando a lo largo de los años, porque no dejan de ser conceptos subjetivos que dependen de las reglas y cánones que rigen la composición musical de cada época.

En cualquier caso, todos tenemos una idea innata de qué música nos parece consonante o disonante o en que combinación ambos parámetros se mezclan. Dejando a un lado las explicaciones matemáticas y fisiológicas, para el pueblo llano se supone que consonantes son los sonidos que se perciben distendidos, mientras los disonantes provocan cierta tensión al escucharlos.

Estadísticamente se muestra una mayor preferencia por la consonancia que por la disonancia. La percepción de la disonancia llega más tarde en la vida, y la gente difiere respecto al grado en que la puede soportar. La música electroacústica puede ser ruido infernal para algunos, y Schönberg el diablo. En cambio Mozart es apto hasta para los bebés. Lo que a unos les parece soso, a otros una auténtica maravilla del genio humano libre, curioso y valiente. 

Esto probablemente tenga una base neuronal. Los intervalos consonantes y disonantes se procesan en el córtex auditivo a través de mecanismos diferenciados. Parece ser que las neuronas del córtex auditivo primario, el primel nivel de procesamiento cortical para el sonido, sincronizan sus índices de activación durante acordes disonantes, pero no durante los consonantes. Pero no está claro porqué eso tiene que crear una preferencia por la consonancia.

Nuestros cerebros y las escalas musicales que utilizamos parecen haber coevolucionado. No es ningún accidente el que tengamos esa curiosa disposición asimétrica de notas en la escala mayor: es más fácil aprender melodías con esa ordenación, que es una consecuencia de la física de la producción del sonido a través de las series de armónicos; el conjunto de tonos que utilizamos en nuestra escala mayor está muy próximo en altura a los que forman las series de armónicos.

Periodos críticos de aprendizaje y Neuroplasticidad

Sabemos que hay períodos críticos para la adquisición de nuevas habilidades. Por ejemplo el lenguaje, si el niño a los 6 años no ha aprendido el idioma, nunca aprenderá a hablar con la facilidad que caracteriza a la mayoría de los nativos de dicho idioma.

Con la música y con las matemáticas el margen es más amplio, pero no ilimitado. Si un estudiante no ha recibido lecciones de música o matemáticas antes de los 20 años, aún puede aprender esas materias, pero con gran dificultad, y probablemente nunca llegará a hablar estos lenguajes como las personas que lo hayan aprendido antes.

Esto es debido a la trayectoria biológica del crecimiento sináptico. Las sinapsis del cerebro están programadas para crecer durante un número de años, haciendo nuevas conexiones. Después de ese período, hay un cambio hacia la poda, para librarse de conexiones innecesarias. Eso es la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse. Los niños y adolescentes tienen una capacidad neuroplástica mucho mayor.

Por supuesto hay diferencias individuales, pero la poda se inicia generalmente entre los ocho y los catorce años en los lóbulos frontales, que es la sede del pensamiento superior y el razonamiento, la planificación y el control del impulso. Durante este período aumenta la mielinación. La mielina es la substancia grasa que cubre los axones, acelerando la transmisión sináptica. La mielina de todo cerebro se completa generalmente en torno a los 20 años.

¿Simple o complejo?

El equilibrio entre simplicidad y complejidad en la música también influye en nuestras preferencias. Existe una relación metódica entre la complejidad de una obra artística y lo que nos gusta. Por supuesto que complejidad es un concepto subjetivo. Lo que a una persona le parece aburrido y de una simplicidad odiosa, a otra podría parecerle fácil de entender, debido a diferencias de formación, experiencia,  interpretación y esquemas cognitivos.

Los esquemas lo son todo, estructuran nuestra comprensión; son el sistema en el que emplazamos los elementos y las interpretaciones de un objeto estético. Los esquemas alimentan nuestras expectativas y nuestros modelos cognitivos.

Con un esquema la Quinta de Mahler es perfectamente interpretable, incluso aunque se oiga por primera vez: es una sinfonía, sigue la forma sinfónica con cuatro movimientos; contiene un tema principal y subtemas, y repeticiones del tema; los temas se manifiestan a través de instrumentos orquestales. Los que conozcan la Cuarta de Mahler se darán cuenta de que la Quinta se inicia con una variación del mismo tema e incluso en el mismo tono. Los que tengan formación musical se darán cuenta de que la mayoría de las sinfonías desde Haydn a Brahms y Bruckner empiezan y acaban característicamente con la misma nota, aunque Mahler prescindiera de esa convención en su Quinta Sinfonía.

Si no hubieses aprendido a mantener en tu mente un sentido de tonalidad mientras se desarrolla la sinfonía, o si no tuvieses un sentido de la trayectoria normal de una sinfonía, esto carecería de sentido; pero para el oyente experimentado, ese desacato a la convención aporta una sorpresa grata, una violación de expectativas, especialmente cuando esos cambios de tonalidad se hacen con la habilidad precisa para que no resulten estridentes.

La Quinta de Mahler, al carecer de un esquema sinfónico apropiado, o si el oyente posee otro esquema (por ejemplo un aficionado a ragas indias), es absurda y a la vez divagatoria, una idea musical se funde en ella con la siguiente de un modo amorfo, sin ninguna frontera, sin principios ni fines que la hagan parte de un todo coherente. El esquema enmarca nuestra percepción, nuestro procesamiento cognitivo  y en último término nuestra experiencia de la realidad.

Cuando una pieza musical es demasiado simple tiende a no gustarnos, nos parece trivial. Cuando es demasiado compleja, tiende también a no gustarnos, nos parece imprevisible: no percibimos que esté asentada en algo familiar. La música, como toda forma artística en realidad, tiene que lograr para que nos guste el equilibrio justo entre sencillez y complejidad. Ambas se relacionan con la familiaridad, que es una palabra equivalente a esquema.

Una pieza nos parece demasiado simple cuando es tan previsible que resulta trivial, parecido a algo que hemos oído antes y que no nos plantea el menor reto. Mientras la música va sonando el cerebro va pensando por delante cuáles son las diferentes posibilidades para la nota siguiente, hacia dónde va la música. El compositor tiene que conseguir emplazarnos en un estado de confianza y seguridad, tiene que darnos las suficientes recompensas (culminaciones de expectativas) para que tengamos una sensación de orden y una sensación de ubicación.

Las reacciones a lo no previsible son diferentes en cada persona, algunos pueden entrar en pánico y otro en pura exitación por la emocionante aventura que tienen delante.

Cuando la música es demasiado complicada, el individuo medio no tiene paciencia para aprenderla, demasiadas opciones para tomarlas en consideración. La música que contiene demasiados cambios de acordes, o una estructura con la que los oyentes no estén familiarizados, puede conducir directamente al botón de stop. Y esto puede suceder con estilos tan dispares como el  jazz o el math metal.

La estructura ofrece una curva de aprendizaje empinada y el neófito no tiene muy claro si el tiempo que tiene que invertir le va a merecer la pena. Nos decimos que si lo escuchamos el número suficiente de veces, podremos empezar a entenderlo y nos gustará tanto como les gusta a nuestros amigos. Pero eso no siempre sucede.

Escuchar nuevas músicas…¿pereza o desafío?

Intentar apreciar nueva música puede ser como considerar una nueva amistad, teniendo en cuenta que lleva tiempo y que a veces no hay nada que puedas hacer para acelerar el asunto. A nivel neuronal tenemos que encontrar unos cuantos hitos que nos permitan evocar un esquema cognitivo. Si oímos una pieza radicalmente nueva el suficiente número de veces, parte de esa pieza acabará codificada en el cerebro y formaremos hitos. Si no lo has hecho nunca, el trabajo puede ser titánico, si lo has ejercido a lo largo de tu vida, resultará un entretenimiento ameno, divertido y enriquecedor.

El procesamiento estructural plantea dificultades al apreciar una nueva pieza musical. No entender la forma sinfónica o la forma de sonata, o la estructura AABA (verso-verso-coro-verso) de una pauta de jazz es el equivalente en escuchar música a conducir por una autopista sin señales de tráfico; no sabes donde estás, ni cuando llegarás. De nuevo entras en pánico o la aventura te envuelve.

La relación ordenada entre complejidad y gusto se denomina la función U (o V) invertida, por la forma que tendría en un gráfico que relacionase estos dos factores. El eje X representaría lo complejo que es la música para tí y el eje Y lo que te gusta. En la parte inferior izquierda, cerca del origen de coordenadas habría un punto para la música que es muy simple y tu reacción es que no te gusta. Al aumentar la complejidad de la música aumenta también el placer que te causa, las dos variables se van siguiendo un rato hasta que cruzas un cierto umbral personal y pasas del desagrado intenso a que empiece a gustarte un poco. Pero llega un momento en que al seguir aumentando la dificultad, la música se hace demasiado compleja y empieza a gustarte menos, el gusto va disminuyendo hasta que cruzas otro umbral y esa música ya no te gusta en absoluto.

Otros parámetros que  también influyen

La hipótesis de la U invertida no significa que la única razón por la que puede o no gustarte una pieza sea por su complejidad o sencillez, lo que pretende es explicar esa variable. Los propios elementos de la música pueden suponer una barrera que impida apreciar una nueva pieza. Si la música es demasiado fuerte o suave puede resultar problemático, incluso el registro dinámico (la disparidad entre las partes del sonido más fuerte y más suave) puede hacer que algunas personas la rechacen. Esto sucede sobre todo con los que usamos la música para regular nuestro estado de ánimo de una forma específica.

El que quiera escuchar música para relajarse o para estimularse es probable que no quiera escuchar un tipo de música que recorra toda la gama de intensidades. Tanto el registro dinámico como el emocional resultan sencillamente demasiado amplios y pueden crear una barrera que bloquee el acceso. No te pones la misma música para hacer ejercicio que para leer una tarde lluviosa de otoño.

El tono puede influir también en la preferencia. Algunas personas no pueden soportar los tiempos graves y golpeteantes del moderno hip-hop, otros no soportan lo que describen como el quejido agudo de los violines. Los gritos desgañitados de muchos grupo de metal extremo generan ansiedad y profundo desagrado en cierto tipo de gente, mientras que en otras genera una fuerza interior poderosa y rabiosa que puede mover montañas…Esto puede tener una componente fisiológica; algunos oídos pueden literalmente transmitir  partes distintas del espectro de frecuencias que otros, y como resultado algunos sonidos parecen agradables y otros odiosos. Puede haber incluso asociaciones psicológicas positivas y negativas con los diversos instrumentos.

El ritmo y las pautas rítmicas influyen en nuestra capacidad para apreciar una composición o un género musical determinado. El timbre es otra barrera para muchas personas.

La música sublima lo humano

Por supuesto, nuestras preferencias musicales están condicionadas también por la experiencia y el resultado de dicha experiencia, positivo o negativo. Los tipos de sonidos, ritmos y texturas musicales que nos resultan agradables son en general ampliaciones de experiencias positivas previas que hemos tenido con la música a lo largo de la vida. La experiencia sensorial nos causa placer y su familiaridad y la seguridad que esa familiaridad nos aporta nos resultan gratas.

La seguridad juega en muchos casos un papel en la elección de la música. Nos entregamos en cierta medida a la música cuando la escuchamos: y nos permitimos confiar a los compositores y a los músicos una parte de nuestros corazones y de nuestro espíritu; dejamos que la música nos lleva a algún lugar situado fuera de nosotros mismos. Muchos sentimos que la buena música nos conecta con algo mayor que nuestra propia existencia, o con otras personas. Incluso cuando la buena música no nos transporta a un lugar emocional trascendente, puede cambiar nuestro estado de ánimo. Es comprensible pues, que podamos mostrarnos reacios a bajar la guardia, a prescindir de nuestras defensas emotivas, con cualquiera. Lo haremos si los músicos y el compositor nos hace sentirnos seguros.

El poder del arte consiste en que puede conectarnos entre nosotros, y con verdades más amplias sobre lo que significa estar vivo y lo que significa ser humano. Las conexiones con el artista o con lo que el artista representa pueden formar parte de nuestras preferencias musicales.

La música para mí es la mejor de las drogas. Es la que mejor y más lejos te lleva, es la que me hace sentir más intenso, más profundo, más fuerte. Te montas en ella y te sientes libre de todo tipo de ataduras físicas porque la ensoñación que produce lo ocupa todo. Por unos minutos te olvidas de todo y de todos, mientras que al mismo tiempo formas parte de todo y de todos. Por eso me gusta. No concibo un día de mi vida sin música.

comentarios
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  4. Anónimo dice:

    Si la música te parece la mejor de las drogas imagínate escucharla bajo efectos de drogas que te aumente la percepción. Bajo los efectos de alguna droga he llegado a sentir una especie de orgasmo auditivo.

    • No me hace falta imaginarlo 😉

    • Roberto dice:

      Ninguna droga te aumenta la percepción, en todo caso te la reduce. Por ello es más fácil que se te sature alguno de los sentidos: su capacidad está disminuída. Toma el ejemplo de un motor de coche más potente en un mismo modelo de vehículo: el más potente puede con todo, el menos potente se satura antes (= orgasmo).

      De hecho, yo no puedo leer escuchando música porque no tengo capacidad para las dos cosas a la vez y dudo que bajo la influencia de cualquier sustancia aumentara dicha capacidad.

      • Bueno, yo creo que cada persona es un mundo y a cada uno le sientan las cosas de manera diferente, tanto drogas como música.
        Ejemplo burdo y chistoso. Rafaela Carrá, a priori es una señora que musicalmente hablando me dice bastante poco, por no decir nada. Aunque lo negaré rotundamente 😉 alguna vez de fiesta loca, cierran el garito con la gran Rafaela y entras en un estado sublime de trance salvaje, como si fuera la canción de tu vida. Está claro que el alcohol, como droga por excelencia, distorsiona tu percepción, tu estado de ánimo, tus emociones. En este caso he dicho distorsión, porque no creo que el alcohol aumente nada. Pero otras drogas sí que son capaces de poner tu estado de conciencia en un modo, por decirlo de alguna manera,más alerta, y eres capaz de percibir detalles que en un estado normal no harías.
        Saludos Roberto, gracias por dar tu opinión.

      • ana dice:

        se nota que no sabes sobre drogas, la marihuana es una droga, una droga blanda, te aumenta la percepción de todo, yo soy consumidora de ella, y cada vez que la fumo la música la escucho mas fuerte, mi tacto es mas sensible, mi vista es mejor…etc pero en fin, si digistes eso se nota que solo te sigues por lo que dice la sociedad y no la realidad y a diferencia de ti, puedo escuchar música y leer al a vez, por ejemplo ahora mismo estoy escuchando música, leí lo tuyo y te respondí, y sigo escuchando música, y sinceramente hace poco me fume uno. (si puedo hacerlo en los dos estados)

      • Axel dice:

        Cuando pruebes alguna droga probalo y volve aca a editar la respuesta

  5. […] » noticia original Esta entrada fue publicada en General por admin. Guarda el enlace permanente. […]

  6. Buen artículo, aunque es un tema muy complejo y son muchas la variables.

    Normalmente la música también la asociamos a un estado o recuerdo onírico y el timbre de un sonido determinado puede hacer de vehículo para llevarnos ese rincón, eso puede crear cierta afinidad por un estilo u otro.

    Para mi, lo apasionante es la realidad que hay detrás de cada tipo de música y que la trasciende, su contexto propio y único que la dota de personalidad. Cada buena música tiene su «mundo», su sello intransferible y muchas veces otros elementos artísticos externos asociados a ella que le brindan paisajes, la definen e implican emocionalmente al oyente.

    • Completamente de acuerdo Nando, los parámetros que comentas están recogidos en la entrada El contexto y la música que te gusta.
      Ambos están basados en el libro de Levitin, francamente interesante y recomendable.
      Saludos

  7. q dice:

    Bufffff… Vaya tostonaco has soltado chico… Me esperaba otra cosa…

      • Edmond D dice:

        Ni puto caso. El artículo está bien. He experimentado muchas veces esa sensación de anticipar segundos de una sinfonía y sentir un escalofrío al acertar y pensar «exacto, no podía ser de otra manera». Pensaba que era un tema de «orden universal», pero ahora entiendo que se trata de «esquemas». Y lo de drogas y música: he tenido orgasmos musicales estando sobrio, pero no sentí nada escuchando el 4to movimiento de la 9a de Beethoven yendo ensetado.

        Un saludo y ¡bravo por el artículo!

      • Gracias Edmond, todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión, igual que yo tengo el mío a opinar lo que quiera.
        Y me has puesto los pelos de punta, efectivamente es orgásmica la sensación cuando estás disfrutando de una pieza que no conoces, y la vas anticipando y justo aciertas con lo que toca y eres dios…y sólo con música, no más 😉

    • K dice:

      «Cuando la música es demasiado complicada, el individuo medio no tiene paciencia para aprenderla, demasiadas opciones para tomarlas en consideración. La música que contiene demasiados cambios de acordes, o una estructura con la que los oyentes no estén familiarizados, puede conducir directamente al botón de stop.»….

      En tu caso se podría aplicar a leer artículos de opinión xDDDDD

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  12. sncalderon dice:

    «La música es la mejor de las drogas» es probablemente una de las frases más utilizadas y ciertas de la historia. Podría ponerme cursi y decir que, a fin de cuentas, la música está en todo, todos los días, pero ¿cómo para qué arruinar el post con cursilerías de este tipo?
    Jazz es color, también en eso estoy de acuerdo.

  13. muy buena nota e interesante! 😀

  14. prishton dice:

    Dios gracias. Has cambiado mi visión del mundo en sólo un texto infinito. Voy a tirarme por la ventana

  15. Ábrela primero!!!! 😉

  16. […] Me gusta el rock en todos su sabores, me gusta el jazz en todos sus colores, me gusta la música clásica y la contemporánea. No me suele gustar el pop fresquito, no me gusta el reggaeton…¿A tí…  […]

  17. Esa pregunta, con esas mismas palabras, le hizo un compañero de trabajo a un amigo mío. Estuvimos un buen rato discutiéndolo y, la verdad, creo que esta explicación amplia y supera todo lo que dijimos. Enhorabuena.

    Yo de música sé más bien poco, pero aprendo mucho sobre otros temas transversales (creatividad, principalmente) cuando os leo a los que sabéis de ello. Creo que voy a escribir sobre ello en mi blog en breve…

  18. Anónimo dice:

    Muy buen artículo

  19. Miguel Scarabaggio dice:

    Excelente entrada, me ha encantado y motivado.

    Un saludo!

  20. Esta entrada es lo primero que se le ha ocurrido a alguien sin muchos conocimientos de musicología. Honroso intento, pero es como tener a alguien sin conocimientos de medicina o bioquímica explicando por qué te gusta un sabor u otro.

    ¿Por qué será que con respecto a la música todo el mundo cree que sabe un montón?

    • Roberto dice:

      Porque la carencia de conocimientos teóricos (basados generalmente en la práctica común y no en una teoría científica) no pueden impedir al hombre que una sonidos para lograr algo mayor, como ha hecho durante toda su existencia desde el momento actual hasta el primer homínido que golpeó un tronco con una rama. Porque expresar tu opinión en un campo tan acientífico es libre y jamás debería ser censurado. Porque la músicología es un honroso intento de hacer ciencia y taxonomizar aquello que, sin embargo, no puede ser clasificado, como es la música y la diferente interpretación de una misma pieza por parte de diferentes personas: me haces escuchar al previsible Mozart y me matas del aburrimiento, mientras que de niño me encantaba y de adulto he visto a otros adultos al borde del orgasmo escuchando exactamente lo mismo.

    • Santiago dice:

      porque quién gusta de la música, el placer que experimenta al escucharla le da un conocimiento que le autoriza a opinar.

      • Ni sí ni no, sino todo lo contrario 😉

        Objetivamente todos tenemos derecho a opinar, cada uno es libre de expresar lo que piensa.
        Subjetivamente, es decir en mi perspectiva, no todas las opiniones tienen la misma validez, al menos cuando se necesita cierto conocimiento para que fundamente dicha opinión.

        Esta entrada está basada en un libro de uno de los grandes científicos y músicos que analizan estas cosas…y mira lo que opina Maria…las opiniones son como los culos…todos tenemos uno y todos creemos que el del otro huele peor.

        Saludos Santiago

  21. María, Daniel Levitin no es precisamente un ignorante, y son sus ideas las que están expuestas en este artículo. Siento mucho que te haya parecido tan nefasto.
    Saludos

  22. Josep dice:

    También hay que añadir que con el paso del tiempo te vuelves más exigente y ocurre como con las series o las pelis, vas subiendo el listón a medida que escuchas cosas mejores, y música que antes te parecía genial ahora ya no lo parece tanto. Yo con Radiohead subí el listón arriba de todo y ahora casi todo lo demás me parece una mierda.

    Lo mismo me sucedió con LOST, hubo un antes y un después…

    • Ese es un punto muy interesante. Yo creo que hay ciertos tipos de música que requieren cierto rodaje para valorarlas, como por ejemplo el jazz.
      De igual forma, cuando te gusta desde siempre un estilo, llega un punto en que es francamente difícil sorprenderte, y aunque sigan saliendo grupos muy buenos, no te aportan ningún desafío por lo que no sientes esa afinidad salvaje. Me pasa especialmente con el metal.
      Gracias Josep por el comentario
      Saludos

      • Roberto dice:

        Coincido bastante con este punto de vista. Efectivamente, yo no fui capaz de soportar el jazz hasta los 20 años; luego ha acabado entre mis escuchas habituales.

        Con el metal me sucede lo mismo y si has sido aficionado, además de gustarte el jazz, te sugiero que escuches algo de avant-garde metal. Mi grupo favorito es Akphaezya, quienes tienen una grandísima cantante nada convencional a la vez que componen de una forma poco tradicional, olvidándose (por suerte) del manido virtuosismo guitarrístico que no va a ninguna parte.

        En este sentido, también coincido con Josep, aunque menciona a Radiohead y a mi me parecen totalmente planos y previsibles, por lo que creo que tengo el listón excesivamente alto…

      • Bueno yo creo que no se trata de tenerlo alto o bajo, sino de que cada uno tenemos nuestro propio listón, y lo bajo o alto siempre es relativo.
        Personalmente, RadioHead tampoco es que sean de mis grupos de la vida, pero me parecen bastante buenos. Creo que es un buen ejercicio hacer esa distinción entre lo que te gusta y lo que consideras de calidad, y al revés por supuesto.

        No conozco el grupo que comentas, así que me lo apunto, pero sigo bastante de cerca toda la nueva escena del metal porque me sigue gustando con locura, sludge, post rock, math rock…todas las nuevas etiquetas estas que proliferan como churros…siempre en guardia!!!!
        Saludos Roberto

  23. chyrybyky dice:

    No hay música mala si no oído malo.

    • ffffffffff….no se. Yo soy bastante respetuosa ante cualquier manifestación artística, y tiendo a pensar que cuando no me gusta algo es porque no lo entiendo.
      Pero aún así hay cosas malas, malas, malas. Subjetivamente por supuesto. Eso no quita para que te gusten, porque especialmente en la música, puede ocurrir que aunque objetivamente y según tus propios criterios consideres que una pieza es mala, luego resulta que te gusta un montón por el motivo que sea…

      • Roberto dice:

        Bueno, también hay cosas que OBJETIVAMENTE son malas y no lo puedes negar. Lo que no quita que te divierta escucharlas. Tengo discos de algunos grupos-parodia que son malos (habitualmente desentonan) pero hacen que me ría un montón.

      • Yo también tengo de esos….y bastantes por cierto. Lo que te gusta puede ser bueno o malo, somos así de impredecibles!!!

  24. Diego Entraigues dice:

    Me ha parecido muy interesante la entrada.
    Yo también he podido observar que hay gente que le da mucha importancia a la letra y otros (yo por ejemplo) es en lo último en lo que nos fijamos.
    También comentar que el compas es muy importante, no solo la armonía. A mi me parece muy determinante y coforme avanzaba en la lectura esperaba que se tratara mas en profundidad. Hay vida mas allá del 4*4 jeje.
    Pero entiendi que es un tema muy amplio y complejo como para tratarlo todo en profundidad en un solo artículo.
    ¿Me recuerdas el libro donde se trata esto?
    ¿Comenta algo de esto que digo de la letra y el compás?
    Gracias, he disfrutado de la lectura.
    Saludos.

    • Hola Diego
      me alegra de que te haga gustado. El libro toca bastantes palos, y sí que se mete a analizar parámetros musicales con un poco más de detalle. Se trata de Tu cerebro y la música, de Daniel Levitin, el libro no tiene desperdicio, aunque a veces se hace un poco pesado por los ejemplos que pone. Si te interesa el tema es francamente recomendable.
      Efectivamente habría muchos más parámetros a considerar. Ya he escrito dos entradas más relacionadas con el tema, El contexto y la música que te gusta y Qué se necesita para ser músico, extraídos también del mismo libro. Se encuentran en la pestaña de Melomanías, en Reflexiones y Poluciones, por si te apetece echar un vistazo.

      Yo sí que presto atención a las letras, me parece una parte importante, pero igualmente te digo que gran parte de la música que escucho desconozco la letra o simplemente no tiene. Desde luego cuando la tiene, puede ser la diferencia para mí entre un tema sin más y un temazo. Me completa el mensaje, sobre todo cuando música y letras son sinérgicas.
      Completamente de acuerdo, hay vida más allá del 4×4…aunque los raperos opinen lo contrario 😉

      Saludos y gracias por comentar.

  25. Anónimo dice:

    A mí la música no me apasiona, las aguanto todas, pero ninguna me atrae demasiado. En mi caso es más simple todo, elijo la música en un principio que tenga mensaje, así que pop y todas las conocidas y que ponen en la radio, fuera, y luego, con las que esté de acuerdo según mi ideología, prefiriendo el mensaje político.
    Podríamos decir que yo no escucho música, escucho mensajes y la música que lleve, sea cual sea, aunque suele ser ska y rap.

    • Me parece una forma tan válida y estupenda como cualquier otra. La sinergia entre música y letra es francamente adictiva, y tanto el ska como el rap son estupendas reivindicaciones…bueno el rap de cierto tipo, porque cuando se ponen a vacilar de la pasta los coches y las mujeres…me ponen bastante enferma la verdad. En cambio el rap social y reivindicativo es la bomba…ahora Francia tiene una escena bastante interesante al respecto, está claro que tiene que ver con las segundas y terceras generaciones de inmigrantes que no están integrados ni de lejos…
      Saludos y gracias por dar tu opinión

  26. MJ dice:

    estoy de acuerdo 🙂

  27. Anónimo dice:

    tu eres un taliban del rock, por mas que lo disimules no cuela 😉

  28. Anónimo dice:

    Esa U invertida se llama campana de Gauss

  29. No exactamente, al menos no exactamente en la mayoría de las personas. Las distribuciones normales son simétricas respecto a un determinado parámetro estadístico. Los gustos no tienen por qué ser simétricos. Mi gráfica en concreto sería bastante asimétrica.
    En cualquier casos, gracias por la matización, muy interesante 🙂

  30. Juan C dice:

    Estoy totalmente de acuerdo. Espectacular!!!

    Siempre he creído que es cuestión de entrenar el oído. Luego ya es cuestión de la capacidad de adaptación del invidividuo, como con cualquier deporte, por ejemplo..

    No es lo mismo escuchar a la oreja de Van gogh que a thelonius Monk. Para el segundo, tal y como dices, se necesita un poco (o más bien mucho rodaje) jajajajajaja

    Lo dicho, me quito el sombrero.

    Un saludo. Sigue así.

  31. Muchas gracias Juan C.
    A mí el jazz me ha costado media vida cogerlo de frente, pero ahora lo concibo como una música completa y autocontenida, en el sentido de que te apetezca escuchar la música que te apetezca escuchar, la puedes encontrar dentro del universo del jazz.
    Que grande el maestro Monk!!!!

  32. Jorgete dice:

    Muy bueno el artículo, tu droga también es nuestra droga, por desgracia algunos comentarios que te han dejado son de personas sordas mentales, desde aquí mi más sincero pésame para ellas.

  33. Bueno tiene que haber de todo, y mi política de puertas abiertas al mundo me hace mantener los comentarios abiertos para todo el que quiera comentar lo que buenamente estime oportuno. ¡¡¡Nada de censuras!!!
    Gracias Jorgete!!!!

  34. InHell dice:

    «La música para mí es la mejor de las drogas. Es la que mejor y más lejos te lleva, es la que me hace sentir más intenso, más profundo, más fuerte. Te montas en ella y te sientes libre de todo tipo de ataduras físicas porque la ensoñación que produce lo ocupa todo. Por unos minutos te olvidas de todo y de todos, mientras que al mismo tiempo formas parte de todo y de todos. Por eso me gusta. No concibo un día de mi vida sin música»

    Totalmente de acuerdo

  35. Anónimo dice:

    ni con tus ojos me lo leo

  36. […] Numerofonía: la (r) evolución de la escritura musical ¿Por qué nos gusta la música que nos gusta? Me gusta el rock en todos su sabores, me gusta el jazz en todos sus colores, me gusta la música […]

  37. yulp9354 dice:

    para mi la musica se asocia tambien con los momentos determinados de mi vida. Si quiero recordar algo del pasado, pongo la cancion que esuchaba en este periodo de tiempo y me hace sentir nostalgia, y me transporta al lugar donde me gustaria estar ahora:))

  38. yulp9354 dice:

    os invito a mi blog: http://www.impacienciavioleta.wordpress.com . Saludos, y espero que os guste!

    • Gracias yulp9354 por compartir tu blog, el gato es molón molón!!!!!
      La música puede provocar o evocar cualquier emoción, sentimiento, olor, sabor…lo que quieras…y lo que puedas!!!
      Saludos

  39. Carlos Andia dice:

    Genial entrada, me ha gustado mucho

  40. Anónimo dice:

    ¡Seguir diciendo que la música es una droga! Verás que pronto la prohíben. Disfrutarla cada cual como gusteis, que de eso se trata, pero no déis pistas que nos mandan quienes nos mandan

  41. Javier dice:

    Bueno, yo siempre pensé que la mayor parte de la gente escuchábamos música por dos simples motivos: fomentar un estado de ánimo o recordar una etapa de la vida (cuánta gente escuchando heavy en plan revival).

  42. poemas dice:

    yo prefiero toda la musica sin importar de que pais sea, mientras sea musica romantica y alegre, etc. la escucho con alegria 🙂 la musica en si es muy bella, relaja el alma

  43. […] Música que nos Gusta? Publicado por:: Napaboy in Ciencia, Gente, Musica, Napamusik® Les dejo un excelente artículo del blog Internauta Sin Pauta que habla a profundidad sobre los gustos de las personas por […]

  44. Tinejo dice:

    Y toda esa gente que es capaz de soportar a diario horas y horas de sonido monocorde, realizado con el pobre arte de un sintetizador y cuatro aparatos tecnológicos que ejecutan el cocktail de forma aleatoria? Difícil creer que su cerebro disfruta el momento.

    http://casaquerida.com/2012/08/21/de-una-filtracion-a-una-extradicion-cruza-una-rebelion/

  45. Yo creo que en esos casos, el cerebro se encarga de anular los estímulos para que pasen desapercibidos…eso o acabas con un Ak-47, lo que viene siendo un tocho de kalashnikov en alguna franquicia de comida basura liándola parda.
    Interesante blog que gastas!!!!
    Saludos Tinejo

  46. Toni dice:

    Yo creo que la música nos gusta porque tiene sentido, es decir, porque la comprendemos. Igual que las matemáticas son como son, con independencia de nuestra subjetividad, la música es lo que hemos descubierto en ella. Asimismo, eso que nosotros llamamos música, puede divirse en dos aspectos fundamentales: los puramente relacionales y objetivos, y los estéticos y subjetivos. Los primeros dependen de nuestra percepción cognitiva, que en principio es potencialmente igual en todos los seres humanos; mientras que los segundos dependen nuestras vivencias individuales (en éste incluyo la letra de las canciones, los diferentes timbres de los instrumentos, la variedad de tempos, etc.). Se trata pues de pura relación lógica, por un lado, y de subjetividad experimental por el otro. Además, la música es sonido (y ruido) que se relaciona melódica, dinámica y rítmicamente. El sonido es una perturbación de un medio físico que nuestro oído es capaz de percibir en un rango determinado, se compone de tres aspectos fundamentales: la intensidad de onda o volumen, la frecuencia o altura de tono y el timbre o distribución de los armónicos. Resumiendo, opino que la música, si es tal, no tiene nada que nos desagrade. Lo que nos gusta, o no, de la música es esa parte subjetiva que depende de nuestra propia experiencia.

  47. Gracias Toni, muy interesante :).
    Eso que tu comentas de que la música nos gusta porque la comprendemos es lo que Levitin denomina esquemas. Tu cerebro, ha añadido a su arquitectura nuevas conexiones y funcionalidades.
    Yo creo que la experiencia es un factor determinante, pero no el único. La música es tan compleja que no puede definirse ni acotarse con una única palanca.
    Saludos

    • Toni dice:

      Creo que me he explicado mal. La música es muy simple, lo complejo es nuestra mente. Si comprendemos la música es porque se trata de un lenguaje que se equipara a nuestra propia biología. No se trata de relaciones entre sonidos aleatorios o convencionales, sino relaciones que permiten su propia existencia, al igual que la vida, para nosotros, tiene sus propias reglas. Si no se cumplen, no existe. Lo que debatimos aquí, no es eso, sino la parte añadida por nosotros mismos al concepto humano de música. Esa parte sí es subjetiva y depende de la experiencia, es la parte estética. No se puede debatir sobre la belleza de la suma de dos números, pero sí sobre el tipo de escritura que lo simboliza.

      Perdona si resulto demasiado brusco, el tema me interesa y llevo un tiempo dándole vueltas. Me gusta la música y soy músico. Por eso, a veces pienso que lo único importante es tocar y disfrutar para ollvidarse de todo lo demás.

      Un saludo

      • Para nada Toni, me encanta conversar, y los términos me parecen más que apropiados.
        Yo no soy músico, aunque sí que estudié en el conservatorio piano. Me valió básicamente para darme cuenta de que no soy músico. Aún así, es una de mis grandes pasiones y no sabes como envidio lo que dices al final del comentario, tocar y disfrutar para olvidarse de todo lo demás…porque yo no lo siento así.
        Cualquier punto de vista u opinión fundamentada será bienvenida.
        En primer lugar yo no creo que la música sea simple en sí misma. Hay música simple y música compleja. En el lado de la recepción está claro que el oyente pone su subjetividad con todo lo que eso implica. Pero es que esa música que estás escuchando ha sido compuesta por otro ser humano que ha transmitido su subjetividad y su creatividad en la obra, por lo que por esencia la música es lo que el compositor es.
        El paralelismo entre música y lenguaje es evidente. De hecho yo también veo la música como un lenguaje, en realidad como muchos dialectos de un lenguaje madre. El lenguaje de las emociones podría ser, aunque no acabo de entender lo que quieres decir con relaciones que permiten su propia existencia. Las reglas que definen la música son múltiples y diversas. Si hay alguien que crea según sus propias reglas…¿no es música? la evolución de la harmonía clásica pasó de severas restricciones y prohibiciones a una libertad cuasi absoluta.

        Tampoco tengo muy claro que no pueda rebatir la belleza de la suma de dos números. Todo concepto, en este caso suma, es susceptible de análisis estético.

  48. Toni dice:

    Gracias Filo. Cuando digo que la música es simple quiero decir que sus reglas básicas son muy sencillas, luego uno puede combinarlas y desarrollarlas todo lo que sea capaz. Además, pienso que esa complejidad no es, necesariamente, la causa de que una composición sea mejor o peor. las melodías más simples pueden emocionar tanto como las más complejas armonías.

    Evidentemente la música es una construcción humana, pero no tanto como un invento, sino más bien como un descubrimiento de algo que ya estaba antes que nosotros. Nuestra música es un modo de representar ese atributo que es la «MÚSICA», (como hubiera pensado Sipnoza). Así, creo que el compositor no es más que un receptor (de un nivel diferente) que filtra lo que recibe para después mostralo a los demás.

    Cuando hablo de rellaciones que permiten su propia existencia, me refiero a que existen unas leyes que delimitan lo que es y lo que no es música. Al igual que existen unas leyes naturales que permiten que tú y yo existamos. Si alguien quiere hacer pasteles con trozos de películas no lo conseguirá. Es un ejemplo absurdo, pero creo que se entiende. Lo que sí se puede hacer es una nueva receta de pasteles, pero con las herramientas adecuadas. La evolución de la armonía no es más que una forma de añadir nuevas maneras de hacer. Las restriccones las pone el hombre, y es el hombre quien se da cuenta de lo absurdo que resulta limitarlo. El límite lo ponen las cojeturas y las creencias (doxa), algo que Platón ya sostenía (en otro contexto) hace 2500 años. Me estoy saliendo del tema.

    Lo de que la suma es un concepto susceptible de análisis estético tendrás que aclarármelo, por favor.

    • Hago alusión a la estética como reflexión sobre la belleza. El concepto de belleza es a su vez complejo, subjetivo y dinámico. Desde mi punto de vista el concepto de belleza es un universal, aplica a cualquier cosa. Los pitagóricos fueron los primeros en asociar la belleza con la matemática. Personalmente, las matemáticas me parecen de lo más bello que tengo a mi alrededor, y el concepto de suma me parece algo especialmente bello.

      Bello, entre otras cosas por su simpleza. Pocas operaciones matemáticas son tan simples y a la vez tan útiles y necesarias. Enlazando este hecho con tu comentario de que más complejo no es mejor, totalmente de acuerdo.

      Para crear música te puedes basar en reglas más o menos sencillas, pero con reglas sencillas puedes llegar a crear obras realmente complejas musicalmente hablando. Yo no veo la música como una combinación de esas reglas, sino que además le añado el espíritu del compositor. Tampoco veo al compositor como un receptor, sino como un creador. Ese punto mágico que se añade es lo que crea la música. Un receptor es un intérprete, un compositor es un creador. Como si no te puedes imaginar en la Grecia Clásica el Death Metal….
      Hablas del límite entre qué es música qué no lo es…ese limite, de existir es absolutamente personal y está determinado por el aquí y el ahora. No puedo hablar de un criterio universalmente aceptable en el que todos coincidamos.
      Ese decubrir lo que estaba ahí antes de nosotros…tengo que meditarlo, porque me parece una idea superiinteresante, y aunque a priori me inclino a contradecirte…veo que tengo reflexionar más sobre el asunto.
      Un placer Toni

  49. Toni dice:

    Estoy de acuerdo con lo que dices al principio. Y añado: si la suma es bella, entonces la música también lo es. La suma es movimiento, al igual que la música. Sin movimiento no hay tiempo, y aquí hemos llegado a la otra dimensión de la música. Música es sonido en movimiento a través del tiempo. Pero también hace falta silencio. Crear música es entender cómo funcionan sus reglas, consciente o intuitivamente. Para mí, eso es música en esencia, y por esa razón creo que no hay nada que crear, sino más bien que desvelar, aunque comprendo lo que quieres decir cuando dices «un compositor es un creador». Bueno, esto es lo que creo que es la música. Estoy dispuesto a cambiar de idea, si me convences.

    El Death Metal no es más que la suma de lo anterior (los estilos musicales anteriores) mezclado con las experiencias nuevas (el entorno), además de un producto de la emancipación de la música. En él existe música en esencia (algo siempre bello), pero además hay un montón de cosas, que considero que son accesorias, y que hacen de ese estilo algo susceptible de un análisis estético.

    Tengo la impresión de que aunque defiendo una tésis diferente a la tuya estamos hablamos de lo mismo.

  50. upnews.es dice:

    Información Upnews.es…

    Valora en Upnews.es: Me gusta el rock en todos su sabores, me gusta el jazz en todos sus colores, me gusta la música clásica y la contemporánea. No me suele gustar el pop fresquito, no me gusta el reggaeton…¿A tí sí? A mí no. Tus gustos ……

  51. nuevocinedigital dice:

    La seducción es eso: «llevar a alguien hacia afuera de sí mismo».
    Malher, por ejemplo, en su adaggietto en la 5º Sinfonía 😉

  52. shio777 dice:

    muy interesante—-Gracias

  53. […] Que existe una relación entre la “complejidad” que estamos dispuestos a admitir en una obra y lo que nos gusta. Necesitamos un cierto equilibrio entre “consonancia y disonancia”. La consonancia nos gusta porque nos ayuda a sentirnos cómodos, seguros, que entendemos. Pero, en exceso, se hace repetitiva, aburre. La disonancia nos gusta porque nos sorprende pero, en exceso, nos hace ajenos, nos expulsa. Esa es, al menos, una de las variables que influyen en lo que apreciamos. Y la relación es como una curva en  forma de “Λ” entre lo “compleja” que le resulta a un particular individuo una música y el grado de disfrute. La teoría debe de ser de un tal Daniel Levitin, pero está estupendamente resumida en este post: ¿Por qué  nos gusta la música que nos gusta? […]

    • ¡Gracias muchas infiltrado!

      • Toni dice:

        Disonancia y consonancia son efectos de la naturaleza del sonido y de nuestra capacidad para oírlo. Un sonido es una onda que tiene una frecuencia, que es la responsable de que percibamos la altura de tono de dicho sonido. Cuando se emiten dos sonidos con frecuencias distintas nuestro oído percibe una diferencia. Dependiendo de la distancia a la que se encuentren los cruces de las ondas con diferentes frecuencias percibiremos más o menos disonancia. Cuando éstas coinciden o están bastante separadas hay consonancia, pero cuando se encuentran a una distancia muy próxima se produce lo que se denomina un «batido». Eso es precisamente lo que produce la disonancia. Por ese motivo, los intervalos (distancia entre dos notas) de 8ª y 5ª son los más agradables y resolutivos; y los de 7ª y 2ª los más disonantes y con mayor tensión. La música es siempre tensión y reposo, el efecto que produce ese ciclo ha de ser resolutivo, se tiende siempre al reposo al punto de partida. Lo que nos expulsa, pues, es la incertidumbre, el no retornar a casa.

        Un saludo

  54. Gracias Toni, aunque te has olvidao de los pobres armónicos… 😦

    • Toni dice:

      He simplificado para que se pueda entender fácilmente, los armónicos lo complican todo un poco más. Además la distribución de los armónicos modifican el timbre, pero las fracuencias siguen siendo equivalentes. Es lo que hace que un La 440hz de un piano suene diferente de un La 440hz de una guitarra, aunque sean la misma nota. En fin, sólo quería hacer ver que no se trata de nada mágico, sino que hay unas leyes físicas que lo respaldan.

  55. Ente! dice:

    Estaba por hacerte una crítica feroz por dejar por fuera del análisis la parte emotiva del hombre, y leí el último párrafo, muy completo e interesante!

  56. Montse dice:

    Me ha encantado el artículo. ¡Muchas gracias!

  57. Phoenix dice:

    Esta misma duda ha estado en mi cabeza por muchos años. Sus comentarios me resultan bastante atinados e interesantes pero aún siento estar muy lejos de comprender por que la musica nos gusta. Hace tiempo también comence a escuchar todo tipo de musica pues al igual que tu, pienso que si algo no me agrada es simplemente porque no lo comprendo. Por otro lado, el comentario sobre el «saber o intuir» lo que sigue en una pieza musical al oirla por primera vez también me ha impactado. Me ha ocurrido varias veces.
    Un amigo amigo y yo nos hicimos una pregunta y la respuesta fue unanime… si algun dia tuvieras que elegir entre perder la capacidad de ver o la de oir, cual elegirias ? Amo la música y es una de las pocas cosas que dan sentido a mi vida. Saludos.

  58. Raquel dice:

    La musica es lo mas extraordinariamente bello y puro. La musica en todo sus gamas de colores. La amo la adoroo. Nunca me faltes musica

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