Causa y Causalidad
El problema de la explicación causal, por más que se ha intentado, reaparece constantemente porque las palabras causa y efecto se introducen en el discurso aún cuando sean repudiadas en las propuestas metodológicas, como si la visión causal del mundo estuviera inscrita en algún rincón de la conciencia más allá de cualquier convicción metodológica.
Hay que distinguir muy claramente entre la naturaleza de la causación y la explicación causal. No es lo mismo un acontecimiento causal que una explicación causal. El hecho de que un acontecimiento cause otro es independiente del hecho en sí. La explicación causal subsume los acontecimientos bajo leyes causales.
La idea de causa surge de manera intuitiva al intentar explicarnos lo que sucede a nuestro alrededor mediante un esquema lógico subyacente que nos permita relacionar unos eventos con otros mediante conexiones necesarias.
Se trata pues de una habilidad cognitiva básica, muy importante porque existe la evidencia empírica de que siempre que se dan las mismas circunstancias como causas, se producirá el mismo efecto. Y esto es lo que entendemos por principio de causalidad.
Dados dos eventos, A y B, se dice que A es causa de B si se cumplen dos condiciones lógicas:
- Cuando sucede A, sucede B, es decir, existe una correlación positiva entre ambos eventos
- Cuando no ocurre B, implica que tampoco ocurre A, aunque la ocurrencia de B no tiene que estar necesariamente ligada a la ocurrencia de A
Si se cumplen ambas condiciones, existe una relación causal entre ambos eventos: A es causa de B o B es un efecto de A.
La idea de causa aparece en los diferentes contextos que abarca la ciencia:
- En física el término suele denominarse causalidad, en mecánica newtoniana se admite además que la causa precede siempre al efecto.
- En estadística es analizado por la estadística diferencial.
- En ciencias sociales el concepto suele aparecer ligado a un análisis estadístico de variables observadas.
- En ciencias naturales diferentes de la física y en procesos en los que no podemos reducir la concurrencia de eventos a un mecanimo físico simple, la idea de causa aparece en procesos complejos entre los que hemos observado una relación causal. Así tras las ecuaciones empíricas se supone hay un proceso físico causal que lleva a una conexión necesaria entre ciertos eventos.
La idea de «causa» ha suscitado un buen número de debates filosóficos y científicos.
- Aristótelesconcluye el libro de los Segundos Analíticos con el modo en que la mente humana llega a conocer las verdades básicas o premisas primarias o primeros principios, que no son innatos, ya que es posible desconocerlos durante gran parte de nuestra vida. Tampoco pueden deducirse a partir de ningún conocimiento anterior, o no serían primeros principios. Afirma que los primeros principios se derivan por inducción, de la percepción sensorial, que implanta los verdaderos universales en la mente humana. De esta idea proviene la máxima escolástica «nada hay en el intelecto que no haya estado antes en los sentidos». Al mantener que «conocer la naturaleza de una cosa es conocer, ¿por qué es?» y que «poseemos conocimiento científico de una cosa sólo cuando conocemos su causa». Aristóteles postuló cuatro tipos mayores de causa como los términos medios más buscados de demostración:
- Material, de lo que está hecho ese algo
- Formal, lo que ese algo es
- Eficiente, lo que ha producido ese algo
- Final, para lo que ese algo existe o puede llegar a ser
- En la filosofía occidental, el concepto de causa como «conexión necesaria» fue criticado por el filósofo David Hume, que dijo que nunca había observaciones suficientes para relacionar A con B. En las relaciones causales encontramos que:
- Observamos que las cosas no están aisladas, sino que unas están ligadas a otras en un proceso de interacción. Unas cosas suceden a otras, y siempre en el mismo orden.
- Un conjunto de hechos definen una situación, y a este momento siempre le sucede otra situación y siempre la misma.
- Al primer conjunto que define la situación lo llamamos causa, y a la segunda situación la llamamos efecto.
- La ley de la causalidad no debe confundirse con el Principio de razón suficiente. Tal paso es ilegítimo, como bien establecido está en el pensamiento científico y filosófico.
- Sin embargo la ley de la causalidad es el esquema fundamental de la investigación científica, suponiendo que la mejor forma de comprender y explicar es conocer las causas, porque por un lado podemos prevenir y por otro controlar los efectos, en definitiva dominar los sucesos naturales.
- Para Kant la causalidad es una de las categorías a priori del entendimiento, y entonces no proviene de la costumbre (como decía Hume) sino tiene un carácter necesario y universal. Esto permite que la ciencia se apoye sobre el principio de causalidad sin dejar de ser necesaria y universal.
Salmon y la relevancia estadística positiva
El problema con la visión inferencial está en que no siempre se puede usar la información explicatoria como base para la predicción. Esto es debido a que frecuentemente ofrecemos explicaciones de fenómenos con baja probabilidad.
En estos casos no se podría predecir el resultado que ocurrirá, pues la información no confiere una probabilidad alta para el resultado. No obstante, la información ofrecida constituye una explicación de ese resultado, pues aumenta la probabilidad de que ocurra.
En los 1960’s y 1970’s, Wesley Salmon propuso una visión de la explicación estadística que postulaba que, a diferencia de lo que había dicho Hempel antes, la probabilidad alta no era necesaria para la explicación, bastaba sólo una relevancia estadística positiva.
Es decir, una hipótesis h es relevante positivamente (correlaciona) con e, si h hace que e sea más probable
Pr(h|e) > pr(h)
El problema para Salmon ahora era distinguir entre casos donde la información pudiera proporcionar una explicación sustantiva, de otros casos donde la información reportada fuera una mera correlación.
Por ejemplo, tener manchas de nicotina en los dedos correlaciona positivamente con el cáncer de pulmón, pero no se puede explicar porqué una persona contrajo el cáncer de pulmón diciendo que es porque esa persona tiene manchas de nicotina en los dedos. Es imposible diferenciar entre estos dos casos mediante relaciones puramente estadísticas.
Obviamente se requiere de otro tipo de información para hacer la distinción. Luego de este tropiezo, Salmon vino a creer que explicar un fenómeno no es proporcionar información suficiente para predecirlo, sino dar información sobre las causas de tal fenómeno. En este enfoque, la explicación no es un tipo de argumento conteniendo leyes de la naturaleza como premisas, sino un conjunto de información estadísticamente relevante sobre la historia causal de un fenómeno.
Salmon proporciona dos razones para pensar que la información causal es lo que se necesita en las explicaciones.
- Primero, las llamadas condiciones iniciales proporcionadas por la información explicatorio deben de preceder temporalmente a la explicación, para ser una explicación de lo explicado. La teoría de Hempel no tiene alguna restricción de este tipo. Es interesante que Salmon señale que la dirección temporal de las explicaciones semejen la dirección temporal de la causalidad, que es hacia adelante (las causas deben preceder en tiempo a los efectos).
- Segundo, no todas las derivaciones a partir de leyes resultan ser explicaciones. Salmon argumenta que algunas “explicaciones Nomológico-Deductivas no son explicaciones de ninguna manera. Por ejemplo, una derivación a partir de la ley del gas ideal PV = nRT y la descripción de las condiciones iniciales. La ley del gas ideal simplemente describe un grupo de restricciones de cómo diversos parámetros (presión, volumen y temperatura) se relacionan, no explica porqué estos parámetros se relacionan de esa manera. La existencia de estas restricciones es una cuestión sustantiva que se responde en la teoría cinética de los gases.
Salmon dice que la diferencia entre leyes explicatorios y no-explicatorias es que las primeras describen procesos causales, mientras que las no-explicatorias (como la ley del gas ideal) solo describen regularidades empíricas.
Rasgos de los procesos causales
La teoría de Salmon sobre la explicación causal tiene tres elementos:
- Relevancia Estadística: los argumentos explicatorios (C) aumentan la probabilidad del fenómeno que se quiere explicar (E): pr(E|C) > pr(E)
- Procesos Causales: la explicación y lo explicado son partes de procesos causales diferentes
- Interacción Causal: estos procesos causales interactúan de tal manera que hacen que se presente el evento (E) en cuestión
Esto nos deja con la tarea de explicar qué es un proceso causal. Básicamente, el enfoque de Salmon es que los procesos causales se caracterizan por dos rasgos.
- Primero, un proceso causal es una secuencia de eventos en una región continua de tiempo y espacio.
- Segundo, un proceso causal puede transmitir información (“marcar”).
Existen varias secuencias de eventos que son continuos en el sentido requerido, por ejemplo, un rayo de luz, un proyectil viajando en el espacio, una sombra o un haz de luz que se mueve proyectado en una pared. Un objeto que está quieto, por ejemplo, una bola de billar también se considera como un proceso causal. Cada una de estas cosas es un proceso continuo en algún sentido, pero no todas son procesos causales, por ejemplo, la sombra y la luz en la pared. Veamos un ejemplo que nos aclare esto.
La teoría de la relatividad afirma que nada puede viajar más rápido que la luz. Pero ¿a que “cosa” nos referimos con nada? Imaginemos un cuarto circular con un radio de un año luz. Si tenemos un rayo laser enfocado y montado en un pivote en el centro del cuarto, podemos rotar el laser y hacer que de una vuelta por segundo. Si el laser esta prendido proyectará una luz en la pared. Esta luz también rotará a lo largo de la pared completando una vuelta por segundo, lo que significa que viajará a 2p años luz por segundo! Aunque parezca extraño, esto no está prohibido por la teoría de la relatividad, ya que una luz de este tipo no “transmite información”. Solo las cosas que sí lo hacen están limitadas en su velocidad.
Salmon concluye que un proceso causal es un proceso espaciotemporal continuo que puede transmitir información (dejar “marca”)… la transmisión de la marca consiste en que la marca ocurre “en” un punto del proceso y mantiene su efecto “para” todos los puntos subsecuentes, hasta que otra interacción causal ocurra, que borre la marca.
De acuerdo con Salmon, un principio poderoso para la explicación es el que afirma que siempre que haya una coincidencia (correlación) entre las características de dos procesos, la explicación viene de un evento común a los dos procesos, que da cuenta de su correlación. Esto es, de una “causa común”. Para citar un ejemplo que dimos antes, hay una correlación entre el cáncer de pulmón (C) y las manchas de nicotina en los dedos de una persona (N). Esto es: Pr(C|N) > pr(C)
La causa común de estos dos eventos es un hábito de toda la vida fumando dos cajetillas de cigarros diariamente (S). Con relación a S, C y N son independientes.
Podemos decir: pr(C|N&S) = pr(C|S).
Una vez que S entra en la escena, N se vuelve irrelevante.
Esto es parte de una definición precisada de lo que es una “causa común” y que está sujeta a condiciones probabilísticas formales. Empezamos con que pr(A|B)>pr(A).
C es una causa común de A y B si se dan las siguientes condiciones:
- pr(A&B|C)=pr(A|C)pr(B|C)
- pr(A&B|¬C)=pr(A|¬C)pr(B|¬C)
- pr(A|C)>pr(A|¬C)
- pr(B|C)>pr(B|¬C)
Sin embargo, esto no completa el concepto de la explicación causal, pues no hay una causa común que haga irrelevante la correlación de eventos independientes. Salmon nos da entonces la dispersión de Compton como ejemplo. Dado que un electrón e- absorbe un fotón de cierta energía E y recibe una energía cinética E* en cierta dirección como resultado, un segundo fotón se emitirá con E** = E – E*. Los niveles de energía del fotón emitido y del electrón estarán correlacionados, aún cuando ocurra la absorción. Esto es: pr(A&B|C)>pr(A|C)pr(B|C)
Críticas a Salmon
Resumiendo el análisis de Salmon sobre la explicación causal, Salmon afirma que una explicación involucra
- relevancia estadística
- conexión vía procesos causales, y
- cambios luego de la interacción causal.
El cambio es el fenómeno que hay que explicar. La noción del proceso causal es complimentada en términos de
- continuidad temporoespacial, y
- la habilidad para transmitir información (“marcar”).
Aún cuando algunas veces podemos hablar diciendo que sencillamente la causa y el efecto son las dos partes de un solo proceso causal, el análisis final típicamente se entregaría en términos de conexiones causales más complejas (y muchas veces indirectas), entre las que Salmon identifica dos tipos básicos: relaciones conjuntivas e interactivas.
La visión pragmática de Van Fraassen sobre la explicación
El enfoque pragmático de la explicación según Van Fraassen afirma que una explicación es un tipo particular de respuesta a la interrogante de ¿porqué?, una respuesta que proporciona información relevante que resulta más “favorable” para explicar un fenómeno, de lo que resultan otras explicaciones alternativas. Para Van Fraassen, estas características están determinadas por el contexto en el que se cuestiona la pregunta.
Los elementos básicos de la visión pragmática de la explicación
De acuerdo con Van Fraassen, una interrogante del tipo ¿porqué? Consiste de
- una presuposición (¿porque X?)
- una serie de clases contrastantes (¿porqué x y no Y, Z, etc.?), y
- un criterio implícitamente entendido de relevancia.
La información que se proporciona a una pregunta ¿porqué? en particular constituye una explicación de la presuposición, si la información es relevante y “favorece” la presuposición por encima de las alternativas en sus clases contrastantes.
Tanto las clases contrastantes como el criterio de relevancia están contextualmente determinados, basados en los intereses de los involucrados. Los intereses subjetivos definen lo que contará como una explicación en ese contexto, aunque entonces será una cuestión objetiva si esa información realmente favorece a la presuposición sobre las alternativas en sus clases contrastantes.
Comparación entre los enfoques pragmático y causal de la explicación
Cualquier tipo de información podría contar como relevante. El contexto (los intereses) determinará si algo se considera como una explicación a diferencia de que para nosotros podamos encontrar que una explicación es sobresaliente o más interesante. (De acuerdo con Lewis, lo que hace a una explicación es que proporciona información sobre la historia causal que lleva a que ocurra un fenómeno determinado, el que encontremos esa información interesante o sobresaliente es otra cuestión).
En el enfoque pragmático, Nunca se puede tener una explicación “completa” de un evento, a menos que se tengan intereses. (Una mera descripción de la historia causal que lleva a que ocurra un fenómeno -aunque sea una historia completa-, no es una explicación de ningún tipo, de acuerdo con la visión pragmática).
Las críticas de Van Fraassen a los esquemas tradicionales de explicación
El punto de partida de la crítica de Van Fraassen al patrón clásico de explicación propuesto por Hempel, va a girar en torno al concepto de relevancia explicativa, que como ya hemos visto, constituye uno de los requisitos indispensable que toda explicación debe cumplir para poder ser considerada como científicamente adecuada.
Recordemos que, según este principio, la información proporcionada por las premisas de una explicación debe proveer bases firmes para creer que el fenómeno explicado efectivamente ocurrió u ocurre. Van Fraassen, cree que este principio no proporciona condiciones suficientes, ni mucho menos necesarias, para que se dé una buena explicación, ya que, en primer lugar: “dar bases firmes para creer no siempre equivale a dar una explicación”.
Según este punto de vista, el carácter asimétrico que asumen muchas veces las proposiciones que componen una explicación, hace deficiente este principio. Así, por ejemplo, dos proposiciones pueden llegar a ser equivalentes la una de la otra (con respecto a la teoría aceptada como marco de referencia), pero no a la inversa. Al referirse a este hecho, Van Fraassen hace alusión al ejemplo del barómetro, donde el descenso brusco de la columna mercurial puede indicar, por lo general, la proximidad de una tormenta. Sin embargo, afirma Van Fraassen: “Si aceptamos la hipótesis significativa de que éste desciende exactamente cuando una tormenta está llegando, esto sin embargo, no explica (sino más bien es explicado por) el hecho de que la tormenta está llegando”.
La segunda objeción de Van Fraassen al requisito de relevancia explicativa, se basa en el hecho, de que: “No toda explicación es un caso en el cual se nos dan bases firmes para creer”. Uno de los ejemplos utilizados por Van Fraassen es el del enfermo de paresia, que ya hemos comentado. Se acepta la explicación de que nadie contrae esta enfermedad a menos que padezca de sífilis mal tratada. Sin embargo, el hecho de que el individuo padezca de sífilis no aporta buenas razones para esperar que se contagie de paresia, ya que, sólo un bajo porcentaje de enfermos de sífilis contrae esta enfermedad.
Se podría argumentar, como lo hace el propio Hempel, que la imposibilidad de establecer una relación mucho más estrecha entre ambas enfermedades se debe al hecho de que existen otros factores relacionados a ambas enfermedades que todavía no han sido descubiertos por la ciencia. Sin embargo, una argumentación de este tipo presupondría la creencia de que los fenómenos del mundo, por lo menos, en lo que se refiere a nivel macroscópico, son determinísticos, de manera que obteniendo una información mucho más completa, la explicación correspondiente sería más adecuada. Van Fraassen rechaza esta salida pues es de la opinión que el carácter determinista de los fenómenos del mundo es una cuestión meramente contingente.
El pragmatismo de Van Fraasen vs la relevancia estadística de Salmon
Con el fin de encontrarle una salida al problema de la relevancia explicativa, vimos que Wesley Salmon propuso considerar la explicación como un conglomerado de factores estadísticamente relevantes y no como un conjunto de argumentos o razonamientos, introduciendo así el concepto de relevancia estadística. De acuerdo a este principio, un hecho A es estadísticamente relevante para el fenómeno E exactamente si la probabilidad de E dado A es diferente de E Simpliceter. Según Salmon, dos ejemplos que cumplirían con los requisitos de proporcionar buenas bases para una adecuada explicación, serían los siguientes:
- “Juan Pérez estaba casi seguro de recuperarse de su resfriado porque tomó vitamina C, y casi todos los resfriados se alivian en una semana tomando vitamina C”.
- “Juan Pérez evitó quedarse embarazado durante el año pasado, porque tomo regularmente las píldoras de su mujer, y todo hombre que toma píldoras anticonceptivas evita el embarazo”.
Van Fraassen cree que la aplicación de este criterio es tan insatisfactoria como la propuesta de Hempel, ya que, la circunstancia de haber tomado vitamina C para curarse de un resfriado es completamente irrelevante desde el punto de vista estadístico, dado que, la probabilidad de curarse en una semana es la misma para aquellas personas que tomen o no vitamina C.
Por otro lado, el criterio propuesto por Salmon termina siendo mucho más débil que el propuesto por el propio Hempel, ya que no requiere que la probabilidad de E sea alta (mayor por lo menos que ½), ni siquiera exige que la información A incremente la información de E solamente. Así, por ejemplo, en el caso de la paresia, aunque la probabilidad de que la enfermedad sea contraída por personas que sufrieron sífilis es baja, es distinta de la probabilidad de que una persona tomada al azar padezca de paresia, de manera que la sífilis resulta estadísticamente irrelevante con respecto a la paresia.
En el caso de las condiciones necesarias, una circunstancia puede llevar a explicar un hecho aunque no incida en la probabilidad de que este ocurra. Van Fraassen, nos propone imaginarnos una ficción médica, según la cual, la paresia resulte ya sea de la epilepsia, o ya sea de la sífilis, y de nada más, y que la probabilidad en cualquiera de los casos sea equivalente a 0,1. Además, nos pide que supongamos que Juan Pérez pertenece a una familia cuyos miembros padecen o bien de epilepsia o bien de sífilis (pero no de ambas), ya que Juan sufre de paresia. A la pregunta: “¿Por qué él desarrolló paresia?”, se responderá: “porque tenía sífilis” o “porque tenía epilepsia”, dependiendo de cual de las dos respuestas se ajuste mejor a la realidad. Sin embargo, afirma Van Fraassen: “con toda la demás información que tenemos, la probabilidad de que Pérez contrajera la paresia está ya establecida como 0,1, y está probabilidad no se modifica si no se nos dice además, pongamos por caso, que el tiene una historia de sífilis”.
De las dos respuestas que pueden obtenerse en este ejemplo, sólo una explica legítimamente la aparición de paresia. Sin embargo, su aparición en Juan Pérez no altera el grado de probabilidad de que éste sufra de paresia. Esto significa, a diferencia de lo expresado por Salmon, que el hecho de que una circunstancia resulte ser un factor estadísticamente relevante no es condición necesaria para que éste se convierta en un explanans inobjetable.
Salmon ha afirmado que su teoría de la explicación causal no se adecúa enteramente para el dominio cuántico debido a ciertas anomalias causales
El problema de la causalidad
Para la mayoría de los filósofos de la ciencia el término explicación estaba estrechamente asociado a la explicación del “porqué” de los hechos, considerándose sólo explicación científica aquella que busca su marco y conceptos de referencia únicamente en las relaciones causales. Van Fraassen, va a cuestionar categóricamente a las distintas concepciones de la causalidad que han estado asociadas con los modelos tradicionales de explicación científica, ya que, para él: “Cuando algo se cita como una causa, ello no implica que sea suficiente para producir el suceso (para garantizar su ocurrencia)”. En otras palabras, Van Fraseen cuestiona la posición asumida desde el punto de vista tradicional, en el sentido de identificar la causa como conditio sine qua non, a la hora de explicar un hecho.
Entender la causa como condición necesaria tampoco resuelve el problema, ya que, en primer lugar, existen condiciones necesarias que no se considerarían la causa de un fenómeno, por ejemplo, la existencia del cuchillo es una condición necesaria para su oxidación, pero nadie aceptará la explicación de que el cuchillo se oxidó por el simple hecho de existir; y en segundo lugar, porque en algunos casos lo que se identifica con la causa de un hecho no puede ser condición necesaria para su ocurrencia.
Con el fin de resolver este problema de la relación causal, J.L.Mackie (1965), propuso la definición de causa como: “La parte insuficiente pero necesaria de una condición innecesaria pero suficiente”. No obstante, para Van Fraassen, tampoco con esta definición se logra una caracterización adecuada de la causalidad. En el caso del ejemplo del cuchillo, es evidente que su existencia es un factor necesario pero insuficiente del conjunto de circunstancias que constituyen una condición suficiente aunque no necesaria para su oxidación. Sin lugar a dudas, nadie afirmaría que la oxidación del cuchillo se debió a su existencia. Según el parecer de Van Fraassen, esto se debe a que: “en primer lugar, no toda condición necesaria es una causa; y en segundo lugar, en algún sentido muy directo una causa puede no ser necesaria, a saber, causas alternativas podrían haber llevado al mismo resultado».
Otra de las definiciones de causalidad rechazadas por Van Fraassen, es la propuesta por David Lewis (1973), quien intento definir la causalidad en términos de condicionales contrafácticos. Lewis, sugirió que la información “A causó B” es equivalente a la proposición “Si A no hubiera ocurrido, B no habría ocurrido”. Van Fraassen, cree que este tipo de equivalencias no pueden ser pensadas en términos de la lógica tradicional como si se anunciara que A es una condición necesaria para que B ocurriera. El “Si……..entonces” no corresponde, observa Van Fraassen, con ninguno de los tipos de implicación conocidos por la lógica tradicional, ya que estos obedecen a la ley de debilitamiento, según la cual:
Si A entonces B.
Se puede inferir,
(1) Si C y A, entonces B.
Pero, puesto que, en el lenguaje natural no rige la ley de debilitamiento, la lógica tradicional no refleja las propiedades de las condiciones que usamos en este tipo de lenguaje. Es por eso, que cualquier persona suscribiría la verdad del enunciado:
(2) Si el cerillo se frota, entonces encenderá.
Pero se negará a aceptar lo que sería su consecuencia, si se atiene a la ley de debilitamiento.
(3) Si el fósforo se moja en el café y se frota, encenderá.
Van Fraassen cree, que el hecho de que esta ley no pueda aplicarse a los condicionales del lenguaje ordinario es debido a que llevan consigo una cláusula tácita de ceteris paribus (si nada interfiere). Se le da este nombre al supuesto de que todas las circunstancias que componen el hecho mencionado en el antecedente permanecen siempre sin alterarse. Es por esto, que el efecto lógico de esta cláusula impide que la ley de debilitamiento sea aplicable al lenguaje natural. Así, por ejemplo, el enunciado (3) daría lugar, si se aplicara esta cláusula al siguiente condicional contrafáctico:
(4) Si el cerillo se hubiese frotado (y las demás circunstancias hubiesen permanecido iguales), entonces se habría encendido.
La posibilidad de afirmar que igualmente se hubiese encendido si se hubiese mojado y se le frotara, queda descartada, dado que la acción de mojarla violaría la permanencia de circunstancias que impone la cláusula ceteris paribus, colocada entre paréntesis.
A juicio de Van Fraassen, la posibilidad de que estos problemas puedan resolverse, siguiendo el camino de la lógica tradicional o el tratamiento formal de los condicionales contrafácticos, como propone Lewis (1973), son remotas. Los intentos por establecer las condiciones de verdad de los enunciados condicionales del lenguaje natural fracasan al desconocer que tales condiciones están determinadas por el contexto en que surgen.
En efecto, ya sabemos que los condicionales del lenguaje ordinario llevan implícito la cláusula ceteris paribus. Sabemos también que esta depende del contexto, es decir, de lo que el hablante decida mantener inalterable. Por tanto, es la variable contextual la que determina el contenido de la cláusula, al tiempo, que es fundamental a la hora de establecer la verdad del enunciado condicional. Suponer como pretende Lewis, que lo que queda fijo es siempre lo mismo para cada hablante es un gravísimo error.
Un condicional contrafáctico podrá ser verdadero en el contexto C1 y falso en el contexto C2, dado que su valor de verdad no esta condicionado por el enunciado en sí, sino por factores pragmáticos, que dependen a su vez del contexto. Al respecto, afirma Van Fraassen: “en algún momento se tuvo la esperanza (….), de que los condicionales contrafácticos proporcionarían un criterio objetivo de lo que es una ley de la naturaleza o, por lo menos, de lo que es un enunciado legaliforme (o nomológico). Una verdad meramente general debía ser distinguida de una ley puesto que ésta ultima, y no la primera, es la que implica los contrafácticos. Esta idea debe invertirse: si las leyes implican contrafácticos, entonces, dado que los contrafácticos son dependientes del contexto, el concepto de ley no señala ninguna distinción objetiva de la naturaleza” (Van Fraassen, 1996:149).
En base a estas observaciones, Van Fraassen llega a la conclusión de que todo intento por caracterizar el concepto de causalidad sobre la base de condiciones suficientes o necesarias, o por medio de condicionales contrafácticos, es un intento condenado al fracaso. Propone, por el contrario, una reformulación del concepto de causalidad en base a su estrecha relación con los factores pragmáticos. Trataremos ahora, de explicar los aspectos más importantes de esta concepción de la causalidad y su articulación en una teoría de la explicación.
La explicación causal y su dependencia del contexto
El modelo de la explicación científica propuesto por Van Fraaseen se apoya básicamente en dos elementos fundamentales: Las ideas de Reichenbach y Salmon sobre la causalidad y las características lógicas y pragmáticas de las preguntas. La vinculación con la causalidad es natural si se toma en cuenta que tradicionalmente “explicar” un fenómeno se ha entendido como determinar los factores (principios causales) que los ocasionaron. En lo que respecta al análisis de las preguntas, su vinculación radica en que una explicación constituye básicamente una respuesta al porqué sucede o sucedió un evento.
Sobre la base de las aportaciones hechas por varios filósofos de la ciencia (Bromberger, Achinstein, Hanson) en esta área, Van Fraassen, desarrolla su modelo reafirmando la importancia que los factores pragmáticos o contextuales poseen a la hora de fundamentar una buena explicación. Para Van Fraassen explicar causalmente un hecho es: “Contar una historia de cómo las cosas sucedieron y cómo, por así decirlo, los sucesos concuerdan entre si”.
Ahora, consciente de las insuficiencias que su concepto de relevancia explicativa poseía a la hora de explicar un hecho, Salmon reelabora su teoría de la explicación apoyándose en la teoría de la causa común de Reichenbach. Un proceso causal es entendido en su nueva teoría como una serie espacio-temporal continua de sucesos, igual al movimiento de un automóvil que se mueve a lo largo del camino y cuya sombra se mueve a la par de él. La explicación -según la nueva caracterización de Salmon- consistirá en mostrar la parte relevante de la red causal que conduce a los sucesos que han de explicarse.
Para Van Fraseen, a pesar de lo práctico que resulta la comparación de la realidad propuesta por Salmon -como una compleja red en la que se encuentran las series de eventos-, una explicación será sólo posible en la medida que se realice una previa selección de las partes de la red que se consideraran relevantes. De manera que, a la hora de explicar un evento: “la explicación solamente tiene que decir que existe una estructura de relaciones causales de cierto tipo, que podría en principio ser descrita en detalles: las características relevantes son las que escogen el cierto tipo”. Esto implica, que un mismo evento merecerá, de acuerdo a cuáles factores sean considerados relevantes, explicaciones alternativas; pudiendo incluso resultar varias de ellas adecuadas al mismo tiempo. En consecuencia, dirá Van Fraassen, que un mismo suceso podrá tener varias causas de muy diversa naturaleza.
Sin embargo, Van Fraassen cree que la elección del factor causal relevante no puede reducirse simplemente a señalar aquel que parezca más interesante. Los factores explicativos deben escogerse entre una gama de factores objetivamente relevantes para alguna teoría científica. Esto significa, que: “ningún factor es relevante explicativamente hablando, a menos que sea científicamente relevante, y entre los factores científicamente relevantes el contexto determina aquellos que son relevantes explicativamente”.
Conclusiones
La búsqueda de explicaciones adecuadas es uno de los principales motivos que impulsa la actividad científica. De allí, que la consideración en torno a la naturaleza y propósito de las explicaciones sea tema obligado en cualquier discusión sobre las funciones que debe cumplir toda ciencia.
Los defensores del modelo nomológico, por ejemplo, están convencidos que su patrón metodológico es aplicable a todas las disciplinas fácticas. Hempel encarna el ideal de muchos filósofos de la ciencia, según el cual, el conocimiento científico queda circunscrito a aquellas disciplinas que puedan confirmarse a través de la experiencia, de allí su esperanza de que todas las ciencias puedan unirse en base a un patrón metodológico de explicación único.
Sin embargo, este ideal ha sido objeto de rigurosos cuestionamientos. Los defensores de que la conducta humana individual, social o histórica, se rige por principios diferentes a los propuestos por el modelo de Hempel, insisten en la necesidad de defender el pluralismo metodológico, rechazando cualquier patrón unitario de explicación para la conducta humana.
Uno de los méritos del modelo pragmático propuesto por Van Fraassen, es que permite una mejor comprensión de los factores que condicionan la aceptación o rechazo de una explicación, resolviendo de esta manera, algunos de los malentendidos vinculados con el término. Uno de estos, es el que se refiere al hecho de que algunas explicaciones pueden resultar aceptables bajo la noción vulgar del término y, no obstante, no ajustarse a las exigencias del modelo de Hempel. El modelo pragmático de Van Fraassen, muestra en términos generales, que no existe diferencia entre las explicaciones que hacemos a diario y las explicaciones que realizan los científicos, salvo que, estas últimas se apoyan en sólidas teorías científicamente confirmadas. Esto significa, que quien construya una teoría de la explicación científica podrá apartarse de las limitaciones que impone el uso vulgar del término, siempre que el resultado sea de alguna manera provechoso. Este enfoque indica claramente que las exigencias que han de enmarcar toda explicación estarán condicionadas siempre por el contexto.
Pero si toda explicación se encuentra condicionada por los intereses y convicciones que cada actor adopta en relación a una serie de circunstancias que van más allá del tópico de la explicación, es decir, si toda explicación está condicionada por el contexto de intereses que cada actor aporta en relación al problema que intenta explicar; ¿no indica esto, que toda caracterización que se haga sobre la explicación no podrá reducirse a una única valoración crítica?
Como puede apreciarse, todo parece indicar, que la posibilidad de articular un patrón metodológico de explicación único, susceptible de ser aplicado a todas las ciencias, continúa siendo sólo un ideal.